Por las mujeres que han decidido no tener hijos, por las mujeres que anhelan un hijo pero la vida no se lo ha permitido, por todos nosotros que aún no han emprendido ese viaje, es posible, y vale la pena, nutrir nuestras sagradas intuiciones y maternales instintos
A medida que continuamos luchando por la independencia en la creación de nuestros propios caminos de existencia, podemos nutrir simultáneamente nuestras perspectivas más instintivas y el propósito de nuestra alma. A continuación se presentan algunas formas de ayudar a encontrar el equilibrio en el desarrollo de nuestra propia independencia, mientras fortalecemos estos hermosas partes de nosotros mismos para cuidar de un mundo que necesita profundamente el amor feroz y la fuerza de la maternidad devoción.
La intuición es un sentimiento innato tan hermoso que todas las personas tienen la capacidad de experimentar si nos tomamos el tiempo de escuchar atentamente los sentimientos y las energías que nos rodean. Incluso si no somos madres, podemos afinar este superpoder de ser capaces de sentir cosas instintivamente a través de una perspectiva evolutiva profundamente arraigada que algunos llaman “instinto maternal”.
Científicamente, se cree que la intuición es la capacidad de acceder a nuestro subconsciente y cuanto más parte empática del cerebro, que a menudo se intensifica cuando somos una madre que cuida a nuestro hijo. Sin embargo, podemos aprovechar absolutamente esa parte del cerebro y fortalecerla sin ser madre. La meditación es una herramienta maravillosa para aprovechar este subconsciente: al experimentar la quietud, podemos sentir las cosas más profundamente. No ignorar nuestro instinto visceral es otra regla importante para aprovechar nuestra intuición. En lugar de ignorar ciertos pensamientos, emociones o señales, podemos permitirnos vivir en un estado más presente y consciente.
Conéctate con tu niño interior
A través del juego y el cambio de perspectiva
Los niños les recuerdan a los adultos los pequeños detalles mágicos de la vida que dejamos de ver a medida que envejecemos: nos ayudan a salir de nuestra zona de confort y ver una perspectiva completamente diferente. Honrar la energía juvenil dentro de nosotros puede ayudarnos a salir de nuestra zona de confort de adultos y recordar cómo se sentía ser un niño. Ve a dar vueltas en medio de un campo, toma algunos marcadores viejos y haz un dibujo que no sea perfecto. Mire películas animadas y haga preguntas, mantenga la curiosidad sobre la vida y esté de acuerdo con las imperfecciones.
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Nutre tu instinto maternal
Al adoptar o acoger a un animal
Recientemente tuve la experiencia de criar a cinco gatitos muy jóvenes. Me sorprendió lo poderoso que era mi instinto maternal con estos bebés. Siendo que yo era su línea de vida, sentí este anhelo verdaderamente hermoso de querer cuidarlos como si yo mismo los hubiera dado a luz. La experiencia me hizo pensar en las madres y en lo intenso que se debe sentir cuando tienes tu propio hijo. Sin embargo, cuidar a un animal realmente puede honrar ese último regalo femenino de crianza y puede alimentar el instinto de amar y ser amado.
Fortalece tu comunidad
A través del tiempo con amigos y familiares
Tomarse el tiempo con amigos y familiares siempre es un equilibrio delicado, pero mostrarse verdaderamente para nuestros seres queridos puede fortalecer nuestra comunidad. Nuestras almas anhelan las relaciones: cuando nos conectamos con amigos y familiares, aprendemos más sobre nosotros mismos y nos ayudamos mutuamente a crecer, lo que aprovecha ese instinto maternal y maternal de apoyo.
Cultivar una vida consciente
A través de la práctica de la paciencia
La paciencia y dejar ir son temas muy importantes que escucho discutir entre mis amigas que son madres. Explican que sin paciencia, hay frustración y tensión no deseada. Desafiarnos a nosotros mismos para practicar la paciencia no solo puede ofrecer un enfoque más tranquilo y guiado de la vida, sino que también puede ayudarnos a fortalecer nuestra capacidad de escuchar y ser escuchados. Cuando practicamos la paciencia, nos permitimos movernos más despacio y con un poco más de corazón.